El cerebro y la mente

Una vez escuché en una conferencia del neurocientífico David del Rosario, que el cerebro es el órgano del cuerpo humano que está diseñado para transmitir pensamientos de forma aleatoria hacia mi conciencia.

Como si mi cerebro fuera una antena parabólica, como diría mi amiga Rosa Orozco, llegan pensamientos a mi conciencia, sin que pueda yo elegirlos. Sino que simplemente aparecen. No puedo controlarlos. No puedo decir “no quiero pensar” porque ya estoy pensando que no quiero pensar.

La mente por otra parte, yo la comprendo como si fuera simplemente información que está en todos lados al mismo tiempo, para todos. Información que existe sin tiempo. Repito: La mente es información que está en todos lados y al mismo tiempo. Es una inmensa mente que lo abarca todo, y que hace que todo se coordine para que existamos en esta experiencia.

El cerebro al estar en contacto con la información o mente hace una traducción de la información a pensamientos llegando así, a mi conciencia.

He dicho también que sólo hay una mente. Todos los aparentemente cuerpos físicos, incluido el que creo que es mío, tienen acceso a esta mente a través del cerebro. Y digo “creo que es mío”, porque así me enseñaron. Sin embargo, también he dicho que el cuerpo físico sólo son átomos vibrando en diferente frecuencia. Entonces, la mente utiliza al grupo de átomos vibrando, para generar la ilusión de separación y desde ahí poder experimentarse como lo hace.

Regresando un paso atrás sería:

  • La mente: información en todos lados al mismo tiempo.
  • El cerebro: átomos vibrando en diferente frecuencia, que está hecho de información, que es la misma mente, y que traduce la información a pensamientos hacia mi conciencia.
  • Los pensamientos: información que llega a mi conciencia.

Por alguna extraña razón, algunos pensamientos me quitan la paz y otros no. ¿Por qué es así? Por mis juicios y creencias.

Igualmente, por alguna extraña razón, hay situaciones que me quitan la paz y otras no. ¿Por qué es así? Nuevamente: por mis juicios y creencias.

El pensamiento en sí es neutral.

Las situaciones en sí mismas, son neutrales.

Un mismo pensamiento lo pueden pensar 3 personas y cada una reacciona diferente frente a él. Y lo mismo puedo decir acerca del suceso.

Podrá suceder una situación y 3 personas al verlo, reaccionarán diferentes todas.

Esto es así porque el pensamiento o situación como tal, no tiene un significado persé. Sino que nosotros le damos nuestra interpretación con base a nuestras creencias.

Podría decirse que hay pensamientos dementes y no dementes. La calidad de demente o no, no está determinado por el pensamiento en sí, sino por la creencia que yo le otorgo.

Hagamos un ejercicio, con los siguientes 6 pensamientos:

  1. No hay tiempo suficiente.
  2. No soy suficiente.
  3. Necesito algo para ser alguien.
  4. Soy suficiente.
  5. Soy, simplemente soy independiente de lo que sea, siempre soy.
  6. Soy perfecta tal cual soy.

¿Cómo determino cuáles son dementes y cuales no?

Si te quita la paz, es demente.

¿Por qué me la quita? Un pensamiento me quita la paz porque creo que es real.

¿Por qué me da paz? Porque creo que es real

Si no creyera en el pensamiento, lo escucho y me daría igual. No sentiría nada.

¿Qué hacer con aquellos pensamientos que me quitan la paz?

Primero es reconocer que no son los pensamientos en sí. Ya que los pensamientos no son nada. Son información neutral. Es porque creo que son reales, me apego a ellos y ahí es donde se me quita la paz.

Por ejemplo: yo puedo poner a una persona a repetir el pensamiento “soy perfecta tal cual soy”; no por pensarlo ya le va a dar paz. Porque todo dependerá de cómo se relaciona con ese pensamiento. Si lo cree o no real. Si lo cree, será funcional y si no lo cree, pues no.

Entonces es la creencia lo que hace que un pensamiento me de paz o no.

Lo que acontece en el “mundo exterior” también es neutro. Todo es neutro. Afuera y adentro de mí, aunque realmente es lo mismo, pero es la manera en cómo me han enseñado a verlo. Como si existiera un adentro y un afuera. Y está bien. Necesitamos conceptos para entender y comprender esta experiencia.

Siguiendo con la pregunta: ¿Qué hacer con aquellos pensamientos que me quitan la paz?

Ya dije que en primer lugar, es reconocer que el pensamiento no es el problema.

En segundo lugar, hay que cuestionar los pensamientos que nos llegan, es decir, observar porqué me quita la paz. Conocer la creencia que está detrás del pensamiento que me quita la paz. A veces lo entenderé y a veces no. Si entenderlo me da paz, perfecto. Lo analizaré tanto como quiera. Pero si querer entenderlo sólo me genera más confusión o no paz, entonces es mejor pasar al 3er paso que es perdonarme por creer algo que me lastima.

El 4to paso es quitarle la realidad o la creencia que yo misma le asigné. En este paso normalmente es difícil hacerlo yo misma, porque yo “creo en mis creaciones”. Así que por eso es importante apoyarme de mi ser superior para entregarle ese pensamiento demente que me lástima porque creo en él.

Si no creyera en él, no me lastimara. Lo vería neutral.

Pero como creo que es verdad, estoy sufriendo.

Todo se resume en asumir la responsabilidad frente a un pensamiento o suceso, recordar que todo lo que llega a mi conciencia (en forma de pensamiento, situación o persona) perdonarme por creerlo y pedir apoyo para desmitificar el pensamiento.

Errores a la hora de quitar pensamientos dementes:

  • Negarlos
  • No quererlos
  • Pelearme con ellos

Son errores porque les doy realidad. Es porque creo que son reales, que no los quiero. Pero cuando entiendo, que realmente no significan nada, no necesito pelearme con ellos, ni rechazarlos con emociones negativas.

Si rechazo un pensamiento, es rechazarme a mí misma, porque quien sostiene el pensamiento soy yo. Entonces una parte de mi se enoja con otra parte de mí. Así no soluciono el problema. Así sólo me fracciono y no hay ni como ganar. Porque las dos partes soy yo misma.

Cuando entiendo que no significan nada, simplemente los observo, me perdono, entrego y elijo ver diferente.

Ahora agregué el último paso: ELEGIR.

Si verlo de una forma me quita la paz, puedo elegir verlo de otra manera. En eso radica mi capacidad de decisión. No puedo cambiar lo que es. No puedo cambiar lo que sucede. No puedo evitar que llegue el pensamiento. Eso no puedo cambiar porque está pasando. Simplemente está pasando. Y ante lo que sucede: acepto.

Y, ok, sucede pero, ¿Cómo elijo verlo? Porque recuerda que lo que acontece es NEUTRAL. Así que puedo elegir entre paz o conflicto.

Si elijo el conflicto elegiré en contra mía. Si elijo en base a los deseos del ego también.

Los deseos del ego son aquellos que sólo me hacen dar vueltas en lo mismo. Buscando la felicidad donde no está.

La felicidad no está en una situación, persona o cosa.

La felicidad está en ELEGIR A MI FAVOR, en ELEGIR PAZ en lugar de conflicto.

¿Por qué? Porque todo es neutro. Nada puede darme nada porque yo soy quien asigno el significado a todo.

El regalo me lo doy yo, al elegir la paz y el amor, en lugar de conflicto.

En el siguiente blog te pondré un ejemplo

-Ariadna Salazar León