La esfera espiritual

En el blog anterior te dije que llega a tu vida aquello en lo que tienes tu atención. Y llega a ti, a través de tu energía que empata con la energía de la vida.

Si te sientes bien, atraes cosas que te gustan. Si no te sientes bien, atraes cosas que no te gustan. Pero todo parte de tu sentir. Y tú sentir viene de donde tengas tu atención.

En mis primeros blogs comentaba que existen 3 formas de obtener lo que deseas: desde el ámbito físico, mental y espiritual. Hoy toca hablar del último.

Si tu atención, tiempo y energía están en el ámbito físico, tu sensación será de cansancio físico.

Si tu atención, tiempo y energía está en lo mental será estrés y necesidad de control.

Por último, si te acostumbras a vivir desde el ámbito espiritual, tu vida será mucho más placentera, descansada y feliz. No importará que suceda pues tu plenitud no viene de la forma física, ni de tus pensamientos; sino de tu espíritu que es todo.

Entonces hay dos formas en las que yo uso la esfera espiritual. La primera es para sentirme bien o mejor, y la segunda para manifestar lo que deseo ya estando ahí.

Sobre el primer punto te comento ejemplos. Yo la uso:

  • Cuando siento miedo de actuar o tomar una decisión porque no sé qué ocurrirá si dejo mis viejos patrones.
  • Cuando no puedo dejar de sentirme mal o triste. Por más que me diga cosas positivas, me siento como en el limbo o la emoción rebasa mi capacidad de manejarla.
  • Cuando en lugar de avanzar, siento que sólo me hundo más y no sé cómo parar de hacerlo.
  • Cuando observo que soy yo la que sostiene el sufrimiento y no sé cómo dejar de sostenerlo; puesto que ya deseo estar bien.  O cuando observo que inconscientemente quiero sufrir, pero conscientemente ya estoy cansada y ya no quiero que me guste eso.
  • Cuando no entiendo nada de lo que veo, y prefiero no emitir juicios.
  • Cuando detecto pensamientos dementes pasando por mi cabeza que no me dejan estar en paz.
  • Cuando me siento abrumada en medio de un torbellino de emociones.
  • Cuando veo que me apego a las cosas externas, y mejor decido entregarlas a mi ser superior para que me recuerde que afuera no hay nada que me brinde la paz que ya albergo en mi corazón.
  • Cada mañana al despertar acostumbro saludar a Dios, vida, espíritu santo, ser superior (como quiera llamarle), pero si reconociendo su presencia y entregando mi día. Lo mismo en la noche, entrego mi sueño.
  • Cuando no sé qué decisión tomar y pido ayuda para tener claridad, o en su defecto confiar que cuando sea el momento de tomar la decisión, lo sabré con certeza.
  • Cuando me doy cuenta que mi visión no es de amor ni paz, sino más bien de conflicto o dolor. Ahí pido corrección de mi visión, pues sé que lo que veo es neutral y si me afecta es por la visión que inconscientemente estoy eligiendo.

Todo lo que he descrito habla de momentos en lo que tengo alguna obsesión mental y física.

La esfera física y mental son difíciles de trascender, porque creemos demasiado en ellas. Hemos creído tan fuertemente en la película mental que inventamos o que nos enseñaron, que a la mayoría se les hace imposible cambiarla. Creemos que somos nuestro cuerpo y nuestros pensamientos, y nos encerramos o limitamos nosotros mismos con nuestras creencias.

La mente crea el problema en el que vivimos, por eso es imposible querer solucionarlo desde el mismo plano.

Por todo lo anterior debemos irnos al plano espiritual.

No importa en qué creas, o que religión seas. Lo único en lo que debemos estar de acuerdo es que TU NO TE CREASTE A TI SOLO. Ni te estás creando sólo a cada segundo.

De hecho, tu no haces nada por vivir. Te respiran. Tu corazón late solo. El sol se sostiene para ti, no necesitas preocuparte por el espacio, el electrón; ni nada.

Es saber que hay una inteligencia, conciencia, energía; como quieras llamarle, que hace que toda esta experiencia exista como tal.

Para fines prácticos a mí me gusta decir Dios. Por ser una palabra corta. Para mi Dios es todo lo que hay. No hay nada fuera de Dios. Es un ente completo, unido y total. Sin tiempo. En expansión.

De hecho, lo real es Dios. Es decir, lo real es la unidad inseparable y no cambiante. Siempre a salvo. Lo real no cambia. Es esa conciencia silenciosa inmutable y amorosa que somos.

 A diferencia que lo irreal (o ilusión) es cualquier cosa que cambie.

O también, como diría el libro Un curso de Milagros: Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. En esto radica la paz de Dios.

Entonces, cada que tu mente genere un problema o confusión, es importante subir al plano espiritual. La mente siempre querrá saber una respuesta, una salida, una solución. Pero el problema es que ni siquiera hay problema. El problema es la propia mente que no entiende nada de lo que ocurre, y cree que puede entenderlo. La renuncia a querer entenderlo, es más benéfica para la paz; que ansiar una respuesta que realmente nunca te dejará tranquilo.

Sobre el segundo punto: manifestar lo que deseo desde el ámbito espiritual. Esto se logra cuando tienes claridad en tu objetivo, silencio en tu mente y dicha en tu corazón. Para que exista silencio y dicha utilizo el ámbito espiritual.

¿Cómo accedo a la esfera espiritual?

Hay varios caminos. El otro día escuché que Buda comentaba que existen muchas religiones porque cada persona es diferente. Entonces con el camino que mejor vaya contigo está bien.

¿Cómo saber si estás en el ámbito espiritual? Porque renuncias al ámbito físico y mental. No significa que te vayas a meditar a un desierto. O cosas así. No. Sino que tu energía y atención, ya no están afuera de ti. Vives en el mundo normal, pero como observador amoroso, desapegado y en paz. Y es así porque sabes que no eres nada de lo que ves, que no necesitas nada de lo que ves. Disfrutas todo, estás presente.

En lo personal yo accedo a la esfera espiritual

En el silencio de mi interior, observando mis pensamientos revueltos o locos, y mis sensaciones o emociones. Todo lo observo. Y en una acción consciente me dirijo a esa fuente que todo lo observa y que está conectada a toda la existencia. Fuente de todo. Y estando ahí entrego todo. Todo es todo: mis pensamientos para su corrección, mis miedos, creencias, todo. Liberándome, vaciándome totalmente. Lo hago así hasta sentirme ligera, vacía, descansada.

Otra opción es seguir el camino de mi sentir.

Comienzo preguntándome ¿Cómo me siento? Y después de la respuesta, me pregunto ¿Por qué me siento así?

Y entonces, comienzas un dialogo entre mi parte terrenal que sufre o está sintiendo la emoción, y la parte que escucha, y va generando preguntas o comentarios amorosos.

Hacerlo así permites hacer consciente, lo inconsciente. Conocerte y en un punto entregarte a tu ser superior.

Para fortalecer la esfera espiritual, trata de tener una relación más cercana con la vida, contigo. Pregunta a la vida y espera la respuesta. Verás que te contesta si estás dispuesto a escuchar.

Para mi esta parte es medular en mi vida, pues hay muchas cosas que no entiendo; pero encuentro paz en saber que todo es para mi bien. Y qué si está pasando, está bien. No me resisto. Mas bien, me entrego.

En éste ámbito: la entrega, el silencio, la rendición, el no hacer nada y aceptación de lo que es, son algunas de las características con las que deberás estar familiarizado.

Cuando dejas de hacer, permites que algo superior a ti, entre en el juego. Pero mientras tu quieras llevar las riendas, tener la razón, hacer por tus medios y a tu manera; entonces estarás dando la bienvenida a la mente, el ego y al cuerpo físico.

Y no se trata de sólo sentarte toda la vida sin hacer nada y ya. No. Como te decía, implica vivir normal en tu día común, pero sabiendo que lo que hagas sólo es una parte de la ecuación. Que primero es tu sentir, tu fe, el sentirte guiado y amado; y desde ahí, ya lo que hagas seguro dará mejores resultados; que si lo haces al revés.

Hacerlo al revés, es hacerlo desde tu sentir cansado y estresado.

Entonces a la otra que quieras hacer algo, revisa antes, desde donde estás partiendo. Desde tu cuerpo físico, tu mente o tu espíritu.

-Ariadna Salazar León