De la pobreza a la riqueza

Ha llegado el momento de compartirte un ejemplo en el ámbito profesional, de cómo he aplicado los conocimientos que llevamos hasta hoy. Lo dividiré en dos partes:

Cómo era yo antes del conocimiento y cómo fui después.

Cuando comencé mi carrera en el giro de Seguridad Financiera, yo creía que para ser exitosa lo más importante era trabajar mucho, es decir, hacer muchas llamadas, conseguir muchos prospectos y tener muchas citas. El tiempo me enseñó que esto no era real, porque de ser verdadero, mi éxito hubiera llegado desde el primer año que comencé a trabajar arduamente.

Ya para mi 3er año, a pesar de que aprendía los mejores spech de ventas, comprendía todos los productos, mi presentación era ya muy buena, tenía mi equipo, etc. Había momentos donde me iba bien y momentos donde no. Y no entendía el origen de éste fenómeno.

¿Por qué a veces bien y a veces no?, me preguntaba.

La mayoría de las personas responderían que por la crisis, o cualquier fenómeno externo a ellos. Fue hasta el 4to año que comprendí todo lo que he estado compartiendo con ustedes (información diferente acerca de la vida, el tiempo, yo, etc)

Información que ya había escuchado desde la preparatoria pero que no comprendía o no sabía cómo ponerla en práctica.

Y fue hasta el 2017 que logré entender el funcionamiento y aplicación de la información.

¿Qué cambió después de comprender la información? ¿Cómo la apliqué en el día a día?

Antes, como les decía, pensaba que obtendría éxito por la cantidad de citas que tenía. Entonces lo que hacía era aprovechar mis tiempos libres para ir a prospectar en frío. Mi meta era tener de 2 a 4 citas diarias. Me iba a los Starbucks y a las personas que veía solas, me acercaba y les preguntaba si podría brindarles información valiosa sobre finanzas. Como siempre fui muy apasionada y comprometida con mi trabajo, yo hacía todo por cumplir mi número de citas. Sin embargo, no veía los resultados que yo quería.

Cuando me llega la información de que la vida es un espejo de mi interior y que lo más importante era sentirme feliz, lo primero que hice fue dejar de ver afuera, y comencé a observar mis emociones y pensamientos.

Gracias a Dios esto fue fácil porque desde la universidad descubrí el gusto por la meditación. Si bien hubo etapas que dejé de meditar, aquí decidí retomarlo al 100%. Armé una rutina que consistía de: ejercicio (que siempre me ha gustado desde secundaria), meditación, agradecimiento y durante el día monitorear mi pensar y sentir.

Con el ejercicio, la meditación y la atención a mis pensamientos y emociones; comencé a darme cuenta de todas las barbaridades que pasaban por mi mente.

Recuerdo que pensé: “no pues con razón me va tan mal!. Sólo pensando en preocupaciones.”

Entonces el segundo paso que hice fue cambiar mis pensamientos de forma consciente y comenzar hacer actividades que me hicieran feliz.

Duré un mes para limpiar mi mente, sembrar nuevas ideas y finalmente sentirme bien. Repito: duré un mes.

La mayoría de las personas no tienen el hábito estricto y disciplinado de mantenerse observando su interior.

Siempre se distraen fácil y rápido por el afuera.

Mis años de experiencia meditando, más mi rutina disciplinada me sirvieron mucho.

Dejé de enfocarme en el afuera. Porque me di cuenta que si le hacía caso al afuera, me perdía de mi interior o me sacaba de mi felicidad y paz.

En ese primer mes pude aprender cómo era mi estado de paz (algo que antes no conocía bien, o no identificaba tan bien) Como siempre estaba distraída por el afuera, no era tan consciente de mi estado interno de plenitud.

También recuerdo que tuve que bloquear a personas que me molestaban, porque en aquel entonces no sabía cómo manejarlo. Ahora entiendo que no puedes bloquear a nadie y que tarde o temprano, la vida te pondrá enfrente a esa persona que te recuerde que hay temas por resolver en tu interior.

Pero por lo pronto, para comenzar a practicar, así lo hice. Bloquee a la persona que “me quitaba mi paz” (entre comillas porque nadie te puede quitar tu paz); para enfocarme sólo en sentirme bien.

Y justo cuando logro mantener mi estado emocional de felicidad es cuando comenzaron a pasar cosas extraordinarias que realmente no esperaba. No esperaba porque yo estaba enfocada en mi interior, en sentirme super bien.

Entre ellas mi tan anhelada compra de departamento.

Regresando al Antes y Después

Antes mi atención era en el hacer y en lo que ocurría afuera de mí. Por ejemplo:

  • Si tenía citas malas, me frustraba o me sentía triste o mal
  • Cuando tenía una cita para presentar propuesta, iba con el sentimiento de querer cerrar la venta
  • Si se me cancelaban mis citas, me iba a prospectar en frío
  • Todo mi enfoque estaba en cumplir el número de citas que me habían dicho, eran las necesarias para alcanzar el ingreso que yo quería
  • Me enojaba si algo me distraía para hacer mis llamadas
  • No quería ir a juntas porque pensaba que me quitaban tiempo para tener citas y trabajar
  • Presionaba mucho los cierres de venta
  • En cierre de semestre estaba casi rogando al cliente que por favor comenzara

Todo eso hacía antes.

Una vez que entendí la aplicación de los conceptos que les he explicado, decidí ponerlos en práctica.

Se los repaso rápidamente y resumidamente:

  1. Dejo de reaccionar a mis 5 sentidos
  2. Mi principal meta es: SENTIRME FELIZ Y PLENA
  3. No existe el tiempo: Yo ya soy todo aquí y ahora
  4. Tengo todo para ser feliz porque soy la fuente de felicidad
  5. Afuera sólo refleja mi contenido mental: mis creencias inconscientes
  6. Dejo de prestar atención afuera para enfocarme en lo importante: en mi sentir
  7. Yo en unión con la vida, estoy creando todo lo que experimento y veo

Así que comencé hacer cambios:

  • Si tenía citas malas me decía: “Me perdono por haber generado esta situación. Voy a dar lo mejor de mí a esta persona aunque sé, que quizás no será mi cliente. Pero no importa. Daré lo mejor de mí. Y abrazaré con amor ésta cita. Porque comprendo que esto refleja mi nivel de conciencia pasado. Estoy cosechando las creencias precarias que tengo. Pero a partir de éste momento, que es lo único que importa, voy a sembrar nuevas ideas de amor, de abundancia y paz. Recordando que lo que quiero ya está aquí conmigo.”
    • También cuando tenía este tipo de citas, me decía “algo pasó en mi interior que no me di cuenta, y que ahora estoy generando esto. Voy a enfocarme más en mi interior” Y así lo hacía, y a los días ya llegaban a mi vida, personas listas para ser mis clientes. Llegaba al lugar sin ninguna expectativa simplemente feliz y plena a dar lo mejor de mí. No esperando nada; pero curiosamente si cerraba. Era como si en mi interior tuviera una certeza plena. Cero pensamiento de duda.
  • Si al ir a una cita, notaba una sensación de querer cerrar, me decía: “A ver. Eso no está bien. Si crees que cerrar es lo que te dará la felicidad. Te equivocas. No vas a ir a cerrar. Así que trabaja tu emoción, porque no puedes ir así. Las personas no las puedes tratar así.” Y me ponía a trabajar mi emoción de necesidad, de escasez. Recordando que lo que deseo realmente, ya estaba conmigo.
  • Si se me cancelaban las citas me decía: “Ok, si se cancelaron seguramente es porque la vida quiere que me relaje y descanse. Acepto esto que está pasando con amor y daré lo mejor de mi para sentirme feliz y descansar”
    • Aquí tengo un bonito aprendizaje. Recuerdo que antes me preguntaba porque a veces tenía citas y a veces no. Y cuando comencé aceptar con amor estas rachas buenas o malas, a no querer que siempre existieran citas; un fenómeno comenzó a ocurrir: comencé a tener días sin cancelación. De hecho, mis días comenzaron a ser tal como yo quería que fueran.
    • Primero comencé pidiendo número de citas, pero al darme cuenta que terminaba muy cansada, y la vida me daba de “chile, mole y pozole“, me di cuenta que la vida me estaba dando justo lo que pedía: 40 citas al mes, para tener 10 pólizas vendidas. Entonces, que no me sorprendiera porque la vida me daba de todo, como de relleno para cumplir con las 40 citas que estaba pidiendo. Cuando me di cuenta de mi error, fue cuando terminé por pedir llegar a mi meta de negocios, con la menor cantidad de citas posible. Pues me di cuenta que no necesitaba ver a tanta gente, para llegar a mis metas de negocio. Y que prefería mis días equilibrados entre descanso y citas. Y así fue. Es una maravilla ver como mis días eran tal como los quería.
  • En lugar de enfocarme en la meta de citas por hacer, todo mi enfoque era en sentirme feliz y plena
  • Mi sentir era más importante que hacer una llamada
  • Comencé a disfrutar las juntas
  • Ya no era necesario presionar nada. No sentía esa necesidad. ¿Para qué? Si todo lo que quiero ya está aquí conmigo. Y PUM así se manifestaba: cierre tras cierre. Fácil y fluyendo.
  • En lugar de rogar al cliente, más bien me llegaban referidos e interesados de todos lados.

Para mí es super evidente como mi sentir cambia el rumbo de mi vida. Y como afuera sólo refleja mi estado de ánimo y mis creencias. Y que si quiero algo diferente, primero debo dejar de reaccionar, para pasar a mi interior y sembrar nuevas ideas.

-Ariadna Salazar León